En horas de la noche...

 


Este patio agoniza

la auyama se arrastra en una reverencia

a la pesada sombra

rosal de bayahibe no pretende las flores

incapaz de crearlas sin un baile de abejas.

El perro se agiganta lo mismo que un espectro

en la pared del fondo

suspirando paciente en la serenidad.

Como una solterona la orquídea me contempla

en su tarro de inconmovible espera

y me siento indefensa ante tanta penumbra

sin recordar que al cielo no lo puedo engañar.

Cuando llegue la aurora

y el ruiseñor despierte

en mis sueños, su canto,

me dará libertad.

©Leiby Ng


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