Viaje
Ninguno de nuestros pequeños gestos sobrevive. Ni un opaco destello de las intensas miradas que un día nos fundieron. No hay aroma de hogar, ni palpos enlazados en la penumbra del mediodía. La cotidiana entrega que pasó de ser pura a la desesperanza. Ahora no hay emoción en el recuerdo. Tal como se ve un film que no nos interesa. Como si recibiera la noticia de esperada muerte. Abordo de nuevo el tren que atraviesa el tiempo. Por mis ojos transcurren los paisajes deformes. Intenso tragaluz que devora y devuelve a la que fui, a la que soy, a la que se convierte… Animal despojado de autodefensa que escapa de la disolución poniendo fin al ruido de su propio interior. Al final quedo libre de la pasión, la lujuria, el veneno... y en medio del dolor siempre sabré quien soy. ©Leibi Ng