Reflejos

Era solo un dragón alzando el vuelo.
La admiración formaba sus escamas.
De sus cuernos de ciervo se escapaban
los rayos de un lucero.

A veces escondíanlo las nubes
y otras relampagueaba largo y cierto.

Quise tocar su barba milenaria…
Quise besar su boca hecha de fuego…

Me esforcé cuanto pude ¡Dios lo sabe!
para mostrar un digno sentimiento
pero más se enterraba en mis adentros
lo que jamás debí albergar tal como un sueño.

Lo divino, lejano sin remedio, me dejaba
cada vez más pequeña a ras de suelo.

Acepté mi destino tan pedestre
me consumí en asfalto o en el césped
pero mis ojos no dejaron nunca
de reflejar los destellos dorados de su cuerpo.

©Leibi Ng

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