TERROR


Me he descubierto a mí,
muerta de miedo.
Mirando suspicaz
al futuro muerto
y me he visto ¡relámpago!
de un manotazo azul,
como de viento,
nítida en el recuerdo.

Yo que los dientes
desgasté en la rabia,
(intento de apretar
lo que está suelto)
al querer controlar
-tubos adentro-
tu poder sobre mí
y mi desconcierto.

Yo que prohibí a mi lengua
pasear sobre tus letras.

Yo que a mi mente construí una jaula…

Yo que llené de piedra los cajones
que me dejaste abiertos…

Pero resulta que los más miedosos
son siempre temerarios sin remedio.
Que prepotentes, lo contienen todo como héroes
y de inconstancia suelen morir de a poco.

Ahora comprendo que este miedo,
este terror cotidiano y fuerte,
no es más que el pavor de perderte dos veces.

Porque si llega el día en que tu nombre
sea pronunciado como suena el tedio,
como todas las cosas que son indiferentes,
y nunca más estremezcas mi cuerpo,
habré perdido, esta vez para siempre,
la cumbre borrascosa en que te encierro.

©Leibi Ng

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