El mito de la primera vez


Parece que la moda de pensar en pureza
se ha relegado al cuarto de cosas olvidadas.
Agacharse en el auto, al tiempo de la entrada,
es un gesto inútil porque a nadie importa
tu enorme frustración…
Las bocinas repiten eterno Julio Iglesias:
“Lo mejor de tu vida me lo he llevado yo”…
Y resulta que ella fue la que te llevó.

Que tú fuiste el primero ¿a quién importa eso?
Al cabo de esa noche no hubo más que tensión.
Demasiado temor, por ignorante y casta.
Así tan desvalida supo que poseía un poderoso ejército
de contraídos músculos, firmes en la defensa,
impidiendo la toma del cáliz deseado.

A partir de ese día, la música ambiental
te resulta muy chopa;
palabras como “papi” no puedes soportarla;
mucho menos “tan rico”; y ese “dámelo todo”
tan estúpido y rígido…
Las ventanas que giran son invento del diablo;
el intercon, la entrada de la voz de un psicópata
y cuando en las noticias dicen que una pareja
falleció en la cabaña con una muerte dulce,
tú repites la escena de la primera vez.

Lo que quedó plasmado, pecado de impotencia,
porque en vez de sumisa, tenías la mujer tensa
y tú te diste cuenta de que no toda hembra quería abrirse de piernas ante el ímpetu bestia de tu amoroso ardor.
©Leibi Ng

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