Trasplante

Puede ser luna llena
e hincharse la ciudad
de luz brillante…

Puede oler el jazmín
encima del fulgor
zigzagueante y tenaz
de caracoles lánguidos,
pero aquí solo hay
par de secos filones
explotados por dos.

Biográfico, tal vez,
testimonial, no sé,
pues secreto no es
que dado el corazón
hueco se quedará
el trágico donante.
Sin alas, y peor
sin ganas de mirar
siquiera el aire.

Y es así que un buen día
como si fuese avión
le pasa el receptor
(junto a su amante)
trémulo todo ser
de ufano corazón
muy ajeno al debate
que para vivir él
ha debido dejar
primero a otro cadáver.
©Leibi Ng

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