CONSTELACIÓN
Así de madrugada, quien espera
ahora lo cuenta como bueno y válido.
Y sin embargo hay gestos de las manos
que apresan piel de un color absoluto
casi desentrañable, como si fuera azul
o gris, o sable…
Nos amamos los dos en horas distantes
Cuando un satélite frenaba oxymoron del aire
y de esa forma inexplicable
se unían los deseos como un cable.
Yo tenía miedo atroz
y él para nada, o lo disimulaba,
porque era osado como un loco
y como un desenfrenado me enlazaba.
De alguna forma se concretaba en dos
la historia interminable de la mujer que anhela
y el dios que sabe.
Por eso nos salvábamos los dos
cuando dormían las estrellas
o se hacían las discretas,
indiferentes a la común acción
de los simples mortales.
Y un río de vía láctea se asomaba
a iluminar dos cuerpos que en el aire
parecían de cisnes o de ánades.
Una historia común, tan manoseada
era en el aquel instante tan sublime
porque nunca jamás esto sucedió
y sin embargo juro que conservo
aún mordidas en mi carne.
©Leibi Ng
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