Almacenaje
A esos que te aconsejan
soltar todo,
comprender lo nulo del pasado
y la inutilidad del porvenir…
Los dogmas que predican
concentrarse en el minuto aciago
del respiro que llaman ahora…
A esos, les voy a regalar todas mis lágrimas cristalizadas en marfil,
Varios envases de sustancias químicas frenando mis dolores
Los recuerdos del patio en que dos pechos predijeron los filmes de Fellini, un árbol de piñón con la leyenda, el brebaje imposible de un amor adúltero, la rabia del vecindario por la virginidad entregada al soldado yanqui. la compasión por el hijo del yanqui...
El comunismo ateo de doña María, el enfrentamiento con el vecino imperialista... El locrio de paloma. Las piernas encorvadas del hijo de Pino, el canto destemplado del borracho del Conde, las madrugadas al lado del inconsciente, un parque lleno de presagios, una avenida llena de basura, el guardia ebrio de la esquina de la París, los mecánicos del piso de abajo, el café en baño de María, el ruido sordo de una avenida anónima, la biblioteca que nunca llegué a ver abierta, el cine que quebró, el vandalismo contra el mobiliario urbano, un beso robado que se sumó a uno anterior en la mejilla y que me lavé con brillo y Ace, el camino solitario por las Atarazanas, la cara de machete para que los tígueres no se metan contigo, el llanto sincero en el primer viaje en avión que no era de miedo y sí de enamorada, los pasos por calzadas de otros países, siempre sin eco porque yo no me conocía, los ríos que me deslumbraron con su grandeza, las obras de arte que ya no eran las de los libros, la gente buena, la gente mala, miles de sonrisas y miradas, y millones de palabras que aún conservo en tinajas… Puedo mostrar que aún desnuda puedo llevarlo todo a mis espaldas.
soltar todo,
comprender lo nulo del pasado
y la inutilidad del porvenir…
Los dogmas que predican
concentrarse en el minuto aciago
del respiro que llaman ahora…
A esos, les voy a regalar todas mis lágrimas cristalizadas en marfil,
Varios envases de sustancias químicas frenando mis dolores
Los recuerdos del patio en que dos pechos predijeron los filmes de Fellini, un árbol de piñón con la leyenda, el brebaje imposible de un amor adúltero, la rabia del vecindario por la virginidad entregada al soldado yanqui. la compasión por el hijo del yanqui...
El comunismo ateo de doña María, el enfrentamiento con el vecino imperialista... El locrio de paloma. Las piernas encorvadas del hijo de Pino, el canto destemplado del borracho del Conde, las madrugadas al lado del inconsciente, un parque lleno de presagios, una avenida llena de basura, el guardia ebrio de la esquina de la París, los mecánicos del piso de abajo, el café en baño de María, el ruido sordo de una avenida anónima, la biblioteca que nunca llegué a ver abierta, el cine que quebró, el vandalismo contra el mobiliario urbano, un beso robado que se sumó a uno anterior en la mejilla y que me lavé con brillo y Ace, el camino solitario por las Atarazanas, la cara de machete para que los tígueres no se metan contigo, el llanto sincero en el primer viaje en avión que no era de miedo y sí de enamorada, los pasos por calzadas de otros países, siempre sin eco porque yo no me conocía, los ríos que me deslumbraron con su grandeza, las obras de arte que ya no eran las de los libros, la gente buena, la gente mala, miles de sonrisas y miradas, y millones de palabras que aún conservo en tinajas… Puedo mostrar que aún desnuda puedo llevarlo todo a mis espaldas.
©Leibi Ng
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