SIEMPRE EXTRAÑA
Olvídame en el Metro como a un libro.
No permitas que nadie me devuelva.
¿En qué lugar? Donde el vagón se rompe,
lejos de tus dos ojos que han mentido.
Alejada de Dios, que sin ser tuya
pisoteada por mil, como un repudio,
la tristeza redonda en arandela
querrá romperse como una quimera.
Y es por permanecer así humillada
por lo que el trajinar convierte en alas
el destino final de desterrada...
Rosa mustia de espinas despojada.
Pero se queda en mi tanta palabra:
demencia de perderme, extraña siempre.
©Leibi Ng
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