Vampiros
En el atardecer
cuando su aguijón clavan
del oscuro rincón o espiral larga
asiste la vorágine asesina
bocanada feroz
de muerte o vida.
Vampiros sin Señor
siempre sin almas
escuchan el fervor
de los avernos
surgiendo dos a dos
tal vez en triada
tinieblas en la gruta
desvelada.
¿Qué más les puedo dar?
Mi piel hoyada
los glóbulos bermejos y calientes
la mísera ración más sedentaria
de quien trata de usar su fiel cabeza
y no el resto del armazón destelengado
¡Ay, de mí que no encuentro estaca o bala argenta
y sólo puedo imaginar un corazón atravesado!.
©Leibi Ng
Comentarios
Publicar un comentario