Cara a cara
Yo solía escribir de las sirenas.
Pensaba que al Caribe
le faltaban más mitos y piratas...
más batallas y dramas.
Por eso siempre me pongo en estado de alerta
cuando leo noticias o cuentos sobre náufragos,
buques hundidos, calamares gigantes o tortugas que hablan.
Un día pregunté a Poseidón si podría visitarlo en su palacio
de sales transparentes y él me miró como mira Kuan Yin,
la Compasiva, perdonando la vida.
-¿Qué quieres tú buscar en las profundidades si estás más cerca del Aire?
-Es que la vida es reto, le dije sin hablar.
Así que me permitió suicidarme.
Quise emular la llama de la pasión
que otro encendió en la playa.
Pero no conté con la arena mojada
ni me di cuenta de la brisa del alba.
El corazón que miente
es como una medusa:
se parece a una lámpara
pero no bombea luz.
Y la pequeña llama se apagó
sin calentarme el alma
y entonces fui una ahogada
embalsamada en algas,
flotando en arrecifes de puntas afiladas.
Y desde entonces puedo hechizar con la mirada
a los peces que osan mirarme cara a cara.
© Leibi Ng
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