KUMIKO OKADA


Supongo que aceptar viene de lejos; de cuando siendo niña les pedía muñecas a los Reyes
pero traían conjuntos de vestir y algunos libros... ¿Qué digo? no había libros. ni juguetes,
ni adornos, ni vestidos…

Dejar de desear era el secreto para no sentir más. Entonces te anestesias y haces todo sin motor sin entusiasmo sin la pasión que tensa las arterias y te hace sudorosa e inestable…
Y sin embargo, el corazón, un día se vuelve terrorista o bomba humana y en un ¡boom! muy sonoro el cuello le cercena al desgraciado hermano del dolor.

©Leibi Ng

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