IMPROVISACIÓN III
Con Luni y Cori iban a la cama.
Yo leía un cuento para las dos.
Sus cuatro ojazos me contemplaban
mientras cambiaba mi frágil voz.
Al otro día, mi libro estaba
donde jamás lo pensaba yo:
Yin Lai esperaba que lo soltara
y lo tomaba para "leerlo" a sus peluches, a las hormigas, al televisor...
Así mostraba que no bastaban los cuentos sosos que yo contaba.
Quería mi libro sin dibujitos, para crecer tanto como yo.
© Leibi Ng
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