Encomienda
Tú, frágil muchacho
rosado y puro
sin marcas visibles
ni colores invisibles.
Sumido en el abismo de las sombras
sé que me piensas;
que con mi aliento alivias
el temblor leve de tu tímida voz
mientras lees presagios inventados
en mi piel de gacela
para ascender al orbe
o bajar a otro cielo.
Con dos lagos azules te me inundas
en la represa rota de tu boca…
Suspiras, me vuelves a mirar
y tus pupilas ocultan lo esencial.
Frágil y tierno
te vuelves a ocultar
en la trágica verdad
de tu encomienda.
© Leibi Ng
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