Viaje astral
y fui testigo del torpe vuelo
de mi cuerpo astral.
Se desprendió muy lento
el nombre musitado como aliento.
Sin tiempo y sin espacio de mi misma escapó,
flotando hacia el techo de la habitación...
no esperaba que desde mi ombligo
un cordón muy fino lastrara su vuelo.
Con suavidad tensaba el filamento
Y de pronto, llegó hasta un paisaje de rocas
un yermo campo donde escaseaba todo
menos las piedras y el polvo.
Poca vegetación y un sembradío de rayos de sol
desesperanzados de lluvia, o de alguna estación.
Y sin embargo, los chiquillos jugaban en un carrusel de viento.
Gente escasa en el campo polvoriento
sin cultivos, ni graneros, ni verde, ni contento...
En casa, mi ombligo, finísima Matrix
reluciendo todo me informaba;
a tantos metros, me hacía ver
el pobre desempeño de mi espectro.
En un horizonte sin matices;
percibí su desaliento
musitando siempre el inolvidable.
Sentí su mirada extraviada
y su regreso amnésico y perdido
mientras yo, me hacía la dormida.
©LEIBI NG
quiero ese nombre. estoy algo cansada de mis desvelos repitiéndose con cada madrugada. me place un desvelo nuevo y si ese nombre tiene el poder de desvelarte, tal vez lo haga conmigo y pueda estrenar un desvelo nuevecito.
ResponderBorrarlo peor no es desvelarse. lo imperdonable es la falta de originalidad. la rutina constante... dame ese nombre...
No sea modesta, Maestra. Su aparente cansancio es siempre el núcleo de la paradoja. El día que logre escribir con su misterio, me sentiré satisfecha y a lo mejor el nombre se torne compañero (¡ejem! tal vez rutina).
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