YO NO ACEPTO LA MISERIA
Escribir tiene la misma fuerza. Escribir para niños tiene la fuerza potenciada. ¿Qué derecho hay en transmitir un mundo sin esperanza? ¿Tiene la culpa un niño de 5, 6, 7, 8, 9 10! a ser inmerso en el descomunal agujero negro de nuestra realidad que mira al futuro?
Es por esto que no entiendo el masoquismo de los oyentes de los habladores insulsos de radio y TV.
No entiendo la insistencia en comprar un carro, aunque el sueldo no alcance y la gasolina suba ¡para dejarlo horas y horas aparcado en un sitio al solazo!
No entiendo por qué seguimos la moda de Europa o de Norteamérica, con tanto algodón...
No entiendo por qué un libro cuesta más de 500 pesos.
No entiendo por qué la presión social hace que ocultemos nuestros anhelos, deseos y gustos como pecados ¿y si a mí me gustan los fritos verdes ¿qué?
No entiendo por qué los que abrazan una fe o lo que sea, se empeñan en convencer a los otros ¡quédese tranquilo!
Y no entiendo por qué la piña siempre está agria, asustando a todos, PORQUE SIEMPRE HA ESTADO AGRIA! ¿O usted es de los que van a hacer la compra a Miami u otro puerto?
¿O acaso usted no se sabe de memoria esto que ponían a todas horas en las velloneras:
Se lo dije a mi sobrino aquí
no te vayas más de tu país
que la cosa no esta buena allá,
la miseria está acabando...
Un papelito recibí
de mi sobrino y dice así,
la ropita se acabo,
la miseria me agarró,
con los hijos esta mujer
pasa días sin comer,
el conuco lo vendí...
Etc.
Insisto. Nadie vendrá a resolver mis problemas sino yo misma. Si no me esfuerzo y lucho por ser mejor, entonces sí que la miseria me comerá viva.
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